miércoles, 25 de septiembre de 2013

Encuentro entre militantes y visita a instituciones educativas en Tucumán


Estuvimos en Bellavista, Tucumán, el pasado lunes y martes visitando seis escuelas, de las cuales dos eran rurales. Les llevamos de obsequio las banderas argentinas de ceremonia. La iniciativa surgió de Leonardo Vildoza, concejal de la ciudad de Bellavista, quien se contactó con nosotros y gestionó el pedido. Fueron encuentros muy agradables, donde toda la comunidad educativa nos agradeció mucho el gesto, ya que algunas no tenían banderas y otras estaban ya muy desgastadas.  



Conocimos  la actividad de los docentes que con su vocación mejoran día a día la educación pública y nosotros les comentamos de nuestra actividad desde la Dirección de Relaciones Institucionales del Senado de la Nación.



Asimismo, para coordinar posibles actividades para el Día Internacional de la No Violencia nos reunimos con el Defensor del Pueblo, el arquitecto Hugo Cabral.


Luego recorrimos el Barrio 23 de Agosto, un asentamiento en vías de regularización donde Marcelo, un referente humanista, le escribió una carta a la Presidenta quien le respondió que los ayudaría en esta situación. Hoy están luchando por la propiedad de sus tierras y por mejorar la calidad de vida en el barrio.




Además compartimos encuentros con militantes humanistas y con amigos de Mundo sin Guerras y de otras organizaciones como La Cámpora, Miles y Peón Vuelve. Terminamos estas hermosas jornadas de militancia con un asado en el local humanista en Tucumán. 


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Bullying: La sanción no es una solución, hay que ir a la raíz de la violencia

Se ha instalado en nuestra sociedad como un nuevo fenómeno  la  violencia entre niños y adolescentes -el llamado “Bullying”- que en realidad no es nuevo, siempre ha existido solo que se ha tornado visiblemente más grave o evidente por el grado de violencia física que lo acompaña.

Se conoce como Bullying al acoso u  hostigamiento psicológico y físico de un grupo de niños o adolescentes contra otro, basado en diferencias que a veces son carencias y otras atributos del agredido. Es decir, tanto puede ser hostigado por alguna  discapacidad como por su belleza física, o su conducta disciplinada, o por ser un buen estudiante, etcétera.

Se da habitualmente en ámbitos que nuclean a niños y adolescentes, la escuela, el club, el barrio. A la violencia de la discriminación por esas diferencias, le suman la violencia del maltrato psicológico, la burla, la humillación, el aislamiento, la indiferencia o la apariencia física.

Es entonces cuando estos casos  toman estado público por la difusión en los medios informativos, es allí cuando la sociedad se escandaliza y repudia. Es decir repudia  las consecuencias de ese maltrato, se hacen visibles por graves lesiones físicas que a veces llegan hasta generar la muerte, pero cotidianamente le pasan inadvertidas las causas, esa violencia latente, que se recibe y se trasmite casi sin ser advertida.

Sin embargo, no se suele poner la mirada en el hecho de que  la violencia física es solo la última parte de un proceso que comienza mucho antes y sobre el que es necesario poner  atención y reflexión, para desarticularlo a tiempo, para no convertirnos en generadores y trasmisores de violencia.

La sanción no es una solución, si bien  pone límites, coloca un muro de contención a la violencia,  no la resuelve porque la violencia es un proceso interno al individuo que frente a la posibilidad de la sanción no actuará, pero hasta tanto no la resuelva estará buscando por dónde canalizarla, para terminar en la familia, en el fútbol, en el trabajo, etcétera.

La violencia no es la que se ve en una agresión física, esta es sólo la expresión de algo más profundo en el individuo, que tiene su origen seguramente en fuertes violencias que padece o ha padecido.

Por eso es imprescindible que la sociedad se involucre. Porque ese germen está en la sociedad misma, en un armado social, en una escala de valores que no tiene al ser humano como centro.

Si aspiramos a una transformación social superadora de la violencia, a una cultura de la no violencia, es necesario tomar conciencia y crear conciencia, y esto pasa necesariamente por el reconocimiento de la propia violencia y por la decisión de transformar la propia vida.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Los humanistas recordamos a Silo a tres años de su partida


Hoy los humanistas rendimos homenaje a quien reconocemos como nuestro ideólogo, inspirador y Guía Espiritual: Silo, seudónimo del pensador Mario Luís Rodríguez Cobos, que partió hace hoy exactamente tres años, el 16 de septiembre de 2010.

 


Silo no sólo ha inspirado al Partido Humanista, sino a cientos de organizaciones que luchan en todo el mundo por erradicar toda forma de violencia y discriminación, y es un legado que continuaremos en esta obra de Humanizar la Tierra. La primera aparición pública de este pensador fue el 4 de mayo de 1969 con la arenga "La Curación del Sufrimiento", dada en un paraje montañoso conocido como Punta de Vacas (Mendoza, Argentina)

La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia que recorrió el mundo, partiendo desde Wellington en Nueva Zelanda el 2 de octubre de 2009 para concluir en Punta de Vacas, Mendoza, Argentina el 2 de enero de 2010, también fue inspirada por Silo. Esta gran movilización planetaria creó conciencia para exigir el desarme nuclear mundial, el fin de las guerras, el retiro de tropas de los territorios ocupados, entre otros puntos.

Su legado es tan amplio que hoy día no se alcanza a captar en toda su dimensión. Es un hombre que ha puesto en marcha un proyecto que lo trasciende absolutamente en su tiempo, un proyecto de transformación personal y social que se ha traducido en múltiples organizaciones en todo el planeta: políticas, sociales, culturales y espirituales que seguirán trabajando por la construcción de una Nación Humana Universal.

Recordamos sus palabras, dichas en las jornadas de inspiración espiritual en Punta de Vacas el 5 de mayo de 2007: “¿Qué ha sido para nosotros "Humanizar la Tierra"? Ha sido poner como máximo valor la libertad humana y como máxima práctica social la no discriminación y la no violencia. Al tratar de humanizar la Tierra no nos excluíamos de las obligaciones que reclamábamos a otros. De hecho, nos imponíamos como norma de conducta la exigencia de tratar a los demás como queríamos ser tratados”.