¡Cuánta oscuridad!
Estamos como atrapados en una telaraña que no podemos romper, a riesgo de nuestra propia vida.
Todo suma a la
confusión, a la desorientación, la manipulación todo lo puede.
Hoy compiten en
igualdad de condiciones la mentira y la verdad, y entonces… todo da igual, nadie cree en nadie y crece el abismo entre
los seres humanos…
Mientras tanto los
violentos incitan a la violencia, sacan rédito de ella, la justifican, la
ejercen directamente o usan a otros como instrumento de su intención.
Medran con la vida
y con la muerte, con el enfrentamiento y la división.
Envenenan las
vísceras y la conciencia.
Todas las
diferencias se pueden encontrar en algún punto. La única línea divisoria
insalvable es entre Humanismo y Antihumanismo.
No es “normal” ni “natural”
responder a la violencia con violencia como se ha escuchado en los últimos
tiempos por parte de algún líder religioso.
Responder a la
violencia con violencia es, además de ineficaz, abrir la puerta a nuevas
violencias en una espiral creciente y sin salida.
Hagámosle vacío a la violencia de todos los signos: a la injusticia, a la desigualdad, a la hipocresía, a la necedad, a la
mentira, a la difamación, al maltrato, al atropello, al autoritarismo.
Cada uno podrá
encontrar su camino, lo único seguro es que no es desde la violencia.
Cada uno elige su
camino, ¿vos cuál elegís?
Quien se hace eco
de una canallada se convierte en un canalla. No les hagas el juego, no te dejes
envenenar ni envenenes a tus hijos.
Otra escala de
valores es posible: ¡construyámosla!
Cultivemos la No
violencia.
Encontrémonos en la
No violencia, construyamos referencias no violentas en cada uno de nosotros.
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